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Los poderosos dejan en claro que no existe ninguna norma democrática que no estén dispuestos a romper.

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Vivimos en tiempos de caos, y esto no es por accidente. Durante los últimos 100 días, la administración Trump ha buscado dividirnos y confundirnos por todos lados, para que nadie sepa qué hacer con lo que venga. Están arrebatando gente de las calles, arrestando a jueces y silenciando a los medios de comunicación. Quieren poner a prueba las defensas de la democracia, para ver hasta dónde los dejamos llegar.

Este plan de ataque no tiene nada de nuevo. Lo han usado todos los dictadores del siglo pasado. Los líderes autoritarios siempre quieren crear caos, porque les permite proyectar su propia imagen como única fuente de estabilidad. Durante un tiempo, se sienten invencibles, y nosotros nos sentimos cada vez más solos.

Sin embargo, no estamos solos, y los dictadores no son invencibles. Cuando las personas se unen y se apoyan, los dictadores y sus regímenes autoritarios caen.

Estas son las buenas noticias que nos dan académicos como Erica Chenoweth y Maria Stephan, quienes llevan más de una década estudiando los movimientos sociales en todo el mundo. Si repasamos el siglo pasado, vemos que los movimientos no violentos pueden tener un gran éxito en la defensa de la democracia siempre y cuando mantengan sus puertas abiertas y combinen protestas visibles con boicots y desobediencia civil no violenta.

Photo credit: Brittne Lunniss

Esto está empezando a ocurrir en Estados Unidos. Como ya he escrito, hay señales de resistencia por todas partes. En los primeros meses de 2025, se han producido el doble de protestas en apoyo a la democracia que en este mismo momento de la primera presidencia de Trump. El hecho de que todas las personas perjudicadas por los recortes y las amenazas de la administración —incluidos veteranos, maestros, inmigrantes, jubilados y trabajadores sindicalizados— se estén uniendo en este momento debería inspirarnos a todos.

Sin embargo, debemos actuar con rapidez y crear impulso para convertir esto en un movimiento resiliente, porque los enemigos de la democracia también avanzan con rapidez. No podemos darnos el lujo de esperar. Trump ha tomado medidas para desfinanciar o abolir agencias esenciales, como el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HSS), la Agencia de Protección Ambiental (EPA), el Departamento de Educación, el Departamento de Asuntos de Veteranos, la Corporación para la Radiodifusión Pública (CPB) y más.

Si bien aún no nos han quitado la capacidad de celebrar elecciones libres y justas, debemos estar preparados para esto, porque está entre los objetivos declarados del Proyecto 2025, el plano o mapa a seguir para llegar al control total que fue creado para Trump por la Fundación Heritage.

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Entonces, ¿qué podemos hacer? Primero, debemos seguir movilizándonos para luego organizarnos. Debemos avanzar en todos los frentes: en los tribunales, en las calles y en las elecciones del próximo año. Sin embargo, también debemos prepararnos para un panorama en el que estas cosas ya no existan, porque aquellos que ostentan el poder han dejado claro que no existe ninguna norma democrática que no estén dispuestos a romper.

Muchas organizaciones comunitarias, como la que dirijo, People’s Action, se crearon para proteger las victorias históricas por los derechos civiles de la década de 1960 y el marco legal que crearon. Sin embargo, con el tiempo, este marco se ha deteriorado, creando una oportunidad para que los ultra ricos y poderosos recuperen el control. Así que lo que estamos viviendo ahora es una reacción violenta a todos esos logros que se ha gestado durante 60 años, por parte de personas que nunca quisieron aceptar la visión de una sociedad más justa y ahora ven la oportunidad única de destruirla.

Quienes ya estamos en el movimiento por la justicia social debemos a la vez confiar en todo lo que sabemos y tener la humildad de probar cosas nuevas. Debemos seguir cultivando y compartiendo las mejores prácticas de organización comunitaria de base, mientras formamos nuevas alianzas con la mayor cantidad de personas posible. Y debemos aprender de quienes en otros lugares ya saben cómo construir coaliciones capaces de enfrentarse a un dictador y triunfar.

Ya dimos el primer paso. Marchamos por las calles con nuevos amigos. Ahora debemos unirnos para formar un movimiento resiliente por la democracia y la inclusión, donde todos sean bienvenidos.

En estos momentos yo tomo inspiración en el Papa Francisco, quien falleció el 21 de abril. Cuando este humilde sacerdote argentino se encontró inesperadamente a la cabeza de la Iglesia católica en 2013, luchó por impulsar reformas para los pobres, enfrentándose a la oposición de otros líderes dentro de su iglesia.

¿La solución de Francisco? Abrir las puertas para que entre aire fresco. Interrumpió tradiciones arraigadas para iniciar un cambio profundo. Reconoció que no tenía todas las respuestas y demostró estar dispuesto a aceptar ideas nuevas y creativas. Ayudó a alzar la voz de la gente común dentro de la Iglesia por primera vez en siglos. ¿Logró Francisco lo suficiente? Seguramente diría que no. Pero sentó las bases sólidas para un cambio que será difícil de deshacer.

“¡Todos, todos, todos!” Esto fue lo que Francisco dijo a los más de un millón de jóvenes que se reunieron en Lisboa, Portugal, para escucharlo en 2023. “No tengan miedo de cambiar el mundo”, les dijo.

Todos juntos, sin nadie fuera. No tengan miedo. Ambas intuiciones me parecen acertadas, y representan la creatividad y la valentía que necesitamos para afrontar los desafíos de este momento.

 

 

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